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¿Quién es Eli del Pirineu?

Eli del Pirineu

Mi nombre es Eliel Cazorla y soy aventurero por vocación. Me crié en los Pirineos como Mowgli de “El libro de la selva” por eso se me conoce como Eli del Pirineu.

El viaje que cambio mi vida

No recuerdo el momento exacto en que decidí ir en busca de aventuras, pero sí que recuerdo los acontecimientos que me llevaron a realizar el sendero de gran recorrido que me cambió por completo. Me cambió tanto que ya era imposible volver a ser el mismo de antes y por esa razón, al poco tiempo después de “Mi Romántica Travesía de los Pirineos” se rompió una relación amorosa de 8 años.

Seguramente era algo interiorizado en lo más profundo de mi ser, puesto a que los recuerdos más antiguos que tengo, no son en la escuela, ni en el parque. Son en las agujas de Montserrat mientras mi padre me llevaba con él a escalar. Recuerdo cómo me quedaba embobado mirándole mientras él trepaba por esas perfiladas paredes y también recuerdo en alguna ocasión tratar de perseguirle, aunque fuese subiendo a la copa de algún árbol. También recuerdo con mucho entusiasmo, los veranos que subíamos a Cerler en los que disfrutábamos haciendo excursiones por los Pirineos, subiendo a picos como el Aneto con apenas 10 años, en la que bromeamos con otros montañeros diciendo que la roca en la que estábamos sentados hacía poco se había desprendido de la pared.

Eli del Pirineu cuando era como Mowgli

No obstante, con el paso de los años fui dejando a un lado ese estilo de vida, supongo que era cosa de la edad de un chaval de 15 años, puesto a que siempre me había gustado ese estilo de vida por los Pirineos, pero cuando era un chaval supongo que tenía otras cosas en la cabeza. Así que fueron varios años de mi vida sin apenas contacto con las montañas. Hasta que llegó un día que con la chica que estaba saliendo dijimos de ir Cerler, ya que quería enseñarle todas aquellas historietas que siempre se contaban cuando estábamos en la mesa junto a la familia. Esas vacaciones de dos semanas me hicieron reflexionar bastante, así que de alguna manera empecé a hacer salidas de fines de semana a los Pirineos rememorando ascensiones como la del Aneto junto a mi padre. Por aquellas fechas mi madre había tratado de hacer el camino de Santiago y a pesar de que no pudo lograr completarlo por causa de unas enormes ampollas en los pies, se le veía muy feliz de haber hecho parte del sendero y me animaba repetidas veces a que algún día debía hacerlo.

Desde pequeño siempre había leído libros de aventuras y me encantaban las historias de personajes como Willy Fog cuyo personaje dio la vuelta al mundo en 80 días, una historia basada en los libros de Julio Verne, y, a medida que me iba haciendo mayor, continúe leyendo libros de aventureros y viajeros como por ejemplo los de Javier Reverte. Siempre soñaba con ser yo el personaje de aquellos libros, pero suponía que eso era cosa de otros y que aquellas historias solo ocurrían en los libros. 

Desgraciadamente en el 2016 muere un conocido mío por cáncer y en el 2017 muere repentinamente un amigo mío, el típico amigo con el que te enfadas algunas veces, pero después vuelves hacer las paces porque se es incapaz de estar enemistado con alguien a quien aprecias mucho. Ambos mueren a poco de cumplir los 30 y eso me deja en shock bastante tiempo. Me hace replantear la vida como algo único e irrepetible. 

Un día estaba en la librería mirando algún libro para leer y en mis manos acabó apareciendo un libro del camino de Santiago, pero este sale desde Barcelona, el camino de Sant Jaume. Recordé a mi madre diciéndome, tienes que ir a hacer un día el camino de Santiago, así que compré ese libro con la idea de hacer el sendero partiendo desde mi casa. Al llegar a mi casa, le comento a mi novia que quiero hacer el camino en solitario, como parte de una experiencia irrepetible, como no tengo la posibilidad de hacerlo todo del tirón, le digo que tardaré algunos veranos en completarlo. Por la cara que me puso, sé que no lo hizo mucha gracia, pero accede a que lo haga, supongo que lo hizo porque en aquel momento aún estaba un poco triste por mi buen amigo. Es aquí donde empieza una búsqueda de información por internet de todo lo que necesito para hacer dicho sendero y por alguna razón, acabo encontrándome un canal de YouTube de Anina Anyway, una aventurera que está cruzando los Pirineos de mar a mar por el GR11. Es en ese momento que me quedo sorprendido de ese sendero ¿Se pueden cruzar los Pirineos de punta a punta? Eso es algo con lo que había divagado de pequeño y cambié el plan del camino de Sant Jaume por el GR11.

Mayo del 2018 en el Cap de Creus mi primer tramo del GR11

En mayo del 2018 hice mi primer tramo del GR11, desde el Cap de Creus hasta Setcases, un auténtico fracaso, todo me salió mal, pero aquellos diez días fueron quizás los diez días que más había disfrutado en toda mi vida. Creo que fue en ese momento cuando comprendí a mi madre, diciéndome que se lo había pasado muy bien, aunque para ella su camino también fue una auténtica odisea. Así que el agosto de ese mismo año, vuelvo al sendero desde donde lo dejé hasta Benasque. En esa ocasión, había resuelto algunos problemas sobre la preparación física y técnica de esta disciplina de senderistas de grandes recorridos. Llegar a Benasque, no solo fue alucinante por haber hecho todo el Pirineo Catalán, sino que también llego a un punto de enormes recuerdos para mí y lo hice con mis propios pies y una mochila a mi espalda.

El siguiente mayo, en el 2019, vuelvo a Benasque y esta vez quiero completar desde Benasque hasta el cabo de Higuer, que es básicamente el final de la senda del GR11. Para mi mala suerte ese año no solo ha nevado mucho, sino que en mayo sigue nevando aún en los Pirineos y me toca abandonar al poco de empezar mi camino. Como tengo 15 días de vacaciones y no quiero volver a casa para no desperdiciar mis días libres del trabajo, se me ocurre que puedo ir a hacer el último tramo del camino de Santiago, así que bajo a Bielsa y como no hay buses hasta el día siguiente, empiezo hacer autostop, para tratar de llegar a Barbastro donde sí hay línea de buses. Es curioso, pero algo tan simple como levantar el pulgar al borde de una carretera me acabó llevando hasta Pamplona, donde allí ya pude coger un autobús hasta Sarria para hacer el último tramo del camino de Santiago. Creo que fue ese momento, donde empecé a ver semejanzas con aquellos personajes de los libros que tanto había leído y sí, fue algo surrealista, pero me gustó conocer a completos desconocidos que te abrían las puertas de su coche para compartir su viaje con un desconocido mochilero.

Agosto del 2018 en Benasque, donde termino mi segundo tramo del GR11


En mi cabeza, estaba previsto terminar el GR11 en el 2020 y así en mi memoria quedaría guardado todo el sendero que cruza los Pirineos. Lo que no sabía, es que en el 2020 todo iba a cambiar. Llegó la indeseable pandemia que nos mantuvo a la gran mayoría encerrada en nuestras casas sin poder salir. Eso desbarató todo mi plan, empecé a creer que pasarían años en que volviera al GR11 para cruzar los Pirineos. Como en aquel entonces trabajaba de repartidor de hamburguesas a domicilio, estuve trabajando hasta en mayo y cuando finalizó mi contrato no quisieron renovarme; supuestamente no había trabajo para mí aunque la demanda a domicilio había aumentado a niveles altísimos. En aquel momento, creo que me deprimí un poco, encerrado en casa, sin trabajo y con la incertidumbre de no saber lo que iba a suceder. Aunque ahora mismo, echando la vista atrás, creo que fue lo mejor que pudo haberme pasado en toda mi historia desde que nací. Tenía dinero ahorrado y en pocos meses iba a entrar la “Nueva normalidad” así que pronto iban a dejarme salir de casa.

Cuando llegó la “Nueva normalidad” y abrieron fronteras, dio la casualidad que me salió un trabajo de una semana en la que iba a ganarme un dinero extra que podría incluso pagarme la mitad de mi siguiente aventura que me había propuesto: cruzar por fin los Pirineos de mar a mar, pero esta vez de forma ininterrumpida e inigualable. Iba a empezar en el Cantábrico, tenía planeado subir a varias cimas emblemáticas de los Pirineos e iba a finalizar el sendero en el Mediterráneo, tardase lo que tardase, iba a hacer mi propia Transpirenaica.

Llegó el día acordado y cogí un Bla bla car que me llevó hasta San Sebastián y con unos cuantos transportes públicos llegué a Hondarribia, la zona más al oeste del eje Pirenaico, el cabo de Higuer y delante del Faro de Higuer pasé mi primera noche de aquel sendero que iba a marcar un antes y un después en mi vida.

En el Cabo de Higuer al inicio del “Viaje que cambio mi vida” de Mi Romántica Travesía de los Pirineos

Durante el sendero, caminé por los caminos que más se me antojaban, subí a todas aquellas montañas que me apetecía, cruzaba por aquellos puntos de interés del Pirineo, me bañé en ibones helados, dormí en lugares remotos bajo cielos completamente estrellados y, a pesar de que fui en solitario, conocí a innumerables personas por el camino, personas como aquellos libros que había leído. Estaba viviendo la vida de aquellos personajes, de los libros de aventureros y viajeros que tanto había leído, así que oficialmente me había convertido en algo que desde fuera parece completamente irracional e incomprensible, me había convertido en un aventurero y viajero a pie. 

Una pernocta cualquiera de Mi Romántica Travesía de los Pirineos

Recuerdo perfectamente cuando llegué al final de mi sendero que había titulado “Mi romántica travesía de los Pirineos”, y es que recuerdo perfectamente, llegar delante del mar Mediterráneo, un punto que ya no puedes seguir caminando por estar el mar y fue allí donde me pregunté ¿Y Ahora qué?. Había cruzado los Pirineos de la forma más épica posible, había logrado lo que nunca creí que sucedería, no solo por cruzar los Pirineos de mar a mar, sinó que también, había logrado ser uno de aquellos personajes de los libros que tanto admiraba.

Puede sonar un poco narcisista, pero cuando llegué a mi casa, me pasaba horas hablando sobre todos los detalles de mi aventura, de veras que en 53 días pueden pasar muchísimas cosas y como mis padres se lo pasaban genial escuchándome, pues no callaba y seguía explicando aquellas fabulosas anécdotas que jamás olvidaré.

Un día, al poco de haber vuelto, recuerdo estar en una cena y había una persona que había estado siguiendo toda mi hazaña a través de Instagram, donde siempre que podía había subido alguna foto o alguna historia. Recuerdo aquella persona, que al verme, lo primero que me dijo fue: “Ahora vuelve a la realidad”. Esas palabras, no solo me enfadaron, sinó que jamás he comprendido el contexto de estas. ¿De qué realidad estás hablando?, pensé. ¿A caso he estado jugando en un videojuego? ¿A caso esos 53 días fueron un sueño? ¿A caso hay otra realidad?. Esas palabras me marcaron, pero yo había cumplido un sueño antes de los 30, cosa que, por desgracia, mis dos amigos fallecidos les faltó tiempo para hacer los suyos. Y recordaba perfectamente mi primer amigo fallecido por cáncer, diciéndome un mes antes de morir: “vive la vida que quieras llevar porque nunca sabes cuando llegará tu hora”. También recordaba con mucho eco, mi segundo amigo fallecido repentinamente, y es que él también tenía sus sueños, pero le recuerdo diciéndome que aún no era el momento. Así que, las palabras de aquella boba tuvieron una respuesta muy clara y concisa: Ahora mi vida acaba de empezar. Que también respondió a la pregunta que me hice en frente del Mediterráneo ¿Y ahora qué?.

Esto solo acaba de empezar

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